El nuevo deporte mundial consistente en recorrer mil páginas en internet para conseguir ese producto que necesito urgentemente y a buen precio recibe el nombre técnico de ecommerce.
El ecommerce o comercio electrónico es un método de compraventa de bienes, productos o servicios valiéndose de internet como medio, es decir, comerciar de manera online.
Su crecimiento ha sido brutal. El ecommerce no para de crecer tanto en España como en el resto del mundo. Y no lo decimos nosotros sino los numerosos estudios que hay detrás de este fenómeno digital. En concreto, el 67% de los europeos entre 16 y 74 años utilizaron Internet a diario o casi a diario durante el pasado 2015, y el 65% de ellos realizaron alguna compra online (datos de Eurostat, agencia oficial de Estadísticas de la Unión Europea). Esto quiere decir que la implantación del comercio electrónico en nuestras vidas está cada vez más a la orden del día. El Estudio ecommerce 2015 elaborado por IAB Spain así lo ha revelado: la penetración del Commerce en nuestro país ascendió hasta el 67% en 2015, 23 puntos porcentuales más respecto al año 2013.
Ya lo decían los visionarios vendedores en online, Amazón, eBay y Alibaba, “internet cambiará las costumbres del comprador analógico”.
En el 2015 explotó la e-ecommercemanía, todas las grandes marcas de todo el planeta han creado nuevas páginas webs completísimas y han modificado muchos aspectos como el marketing online, la gestión y creación de contenidos, la atención al cliente o el diseño web, aunque ninguno de ellos se ha visto tan afectado como la logística.
La gestión de stocks y envíos repercute en la experiencia del usuario y en el rendimiento del negocio. Y lo que es más importante, supone la única interacción “real” entre el vendedor y el comprador. Por ello, optimizar el almacenamiento, mejorar los tiempos de entrega, cuidar el packaging, ampliar las opciones de recogida o facilitar el proceso de devolución son decisiones logísticas que caracterizan en positivo o en negativo la imagen de un negocio online.
Para adaptar un negocio convencional a digital, lo fundamental es plantearse qué tipo de productos vendemos y cuántos nos compran cada mes. De este modo, podremos deducir con qué frecuencia abastecemos nuestros almacenes y cuánto espacio necesitaremos. Ser realistas en este punto mejora la relación con los proveedores y evita malgastar dinero en espacios demasiado grandes.
Y no nos olvidemos, a todos nos gusta disponer de una tienda abierta 24 horas y sin barreras geográficas.