Se venía hablando mucho acerca de la brecha digital de nuestras empresas o sobre la necesidad de interiorizar la transformación tecnológica como una prioridad, cuando sin transición alguna la pandemia del coronavirus nos ha confinado a todos en casa. Un escenario inesperado en el que hemos tenido que desarrollar una estrategia de digitalización en tiempo real, para adaptar los procesos productivos a un estado de alarma que ha abocado a muchos trabajadores a continuar su labor por remoto.
Sin oficina física…
En las últimas semanas, la instantánea en España ha pasado de reflejar apenas un 5% de los trabajadores adscritos a la modalidad de teletrabajo, a que esta sea la forma mayoritaria de inserción laboral aplicable. Una situación excepcional, generalizada y obligatoria que nos enfrenta a retos que exigen confianza, trabajo en equipo y mucha, mucha empatía.
La casuística es amplia, desde teletrabajadores offline, que se conectan esporádicamente a la empresa manteniendo su independencia; teletrabajadores on way, comunicados en todo momento con la organización, pero no a la inversa; y teletrabajadores on line, con total conexión entre ambas partes. En cualquiera de los casos podemos afirmar que el teletrabajo no solo nos permite mantener la actividad, sino que además reduce costes, aumenta la productividad neta, la responsabilidad corporativa y facilita la conciliación laboral. Sin embargo, también plantea inconvenientes como el sentimiento de aislamiento del trabajador, la falta de una comunicación fluida con el equipo o la sobreexposición al trabajo. Y es que el hecho de trabajar desde casa no significa que abandonemos nuestra rutina, es más, los expertos de Recursos Humanos coinciden en la necesidad de fijar horarios y protocolos que nos permitan mantener la normalidad y evitar que el entorno personal y laboral acaben contaminándose entre ellos.
Cuando esta pandemia pase hablaremos de cómo será nuestra vida o de cómo habrán cambiado las relaciones laborales post-coronavirus, pero por ahora nos toca encontrar en casa el equilibrio necesario entre trabajo y familia, dentro de un entorno de confianza alejado de criterios de evaluación ligados al ejercicio presencial de nuestro desempeño. Tenemos unos objetivos claros que cumplir, un propósito y autonomía real, pero… ¿Somos capaces de lidiar con este escenario y lograr un verdadero detox laboral mientras seguimos en cuarentena?

Confinados, pero ultra conectados.
Asistimos a la paradoja de que es la propia tecnología la que revierte nuestro aislamiento, y es que ni los filósofos clásicos, ni tampoco las corrientes más modernas, han sido capaces de obviar esa naturaleza intrínseca a los seres humanos por la que ni siquiera estando solos o aislados dejamos de ser individuos eminentemente sociales. Y la tozuda realidad que vivimos estos días por la crisis del Covid-19 ha vuelto a demostrarlo. Estamos confinados, sí, pero de ninguna forma ajenos a lo que nos rodea, porque hemos encontrado una vía de escape que nos permite viajar a la velocidad de la luz para superar las barreras del tiempo y del espacio: Internet. Incluso recluidos en casa estamos… ¡Ultra conectados!
Como empresarios no podemos dar la espalda a esta realidad para la que no hay marcha atrás, y en la que la irrupción del 5G o quinta generación de tecnologías de comunicación añade enormes desafíos, pero también grandes oportunidades. Tú decides, pero si quieres que tu empresa sea partícipe de esta era de la conexión permanente, puedes contar en ese camino con Grupo Antón, que te ayudará a sobresalir en un entorno en el que los productos digitales compiten para lograr la atención de ese consumidor saturado que espera.