La publicidad cada vez tiene que recurrir a técnicas más ingeniosas para llegar a sus potenciales consumidores, y es que dada la saturación publicitaria, las comparaciones suelen ser difíciles de evitar, y más cuando el resultado puede ser tan efectivo e incluso original.
Cuando pensamos en publicidad comparativa, siempre nos vienen a la cabeza las grandes marcas, y sobretodo las estadounidenses, ya que allí es muy común. Pero básicamente podríamos definirla como la técnica por la cual una empresa o marca compara sus productos o servicios con los de la competencia para resaltar sus fortalezas y minimizar las del contrario. Y es que no sólo es dejar en una mala posición a tu adversario, si no hacerlo con maestría y humor inteligente. Aunque éstas acciones sólo están al alcance de las marcas más grandes, ya que las repercusiones, tanto legales como de inversión en contracampañas, son muy caras.
Por ejemplo, en marcas como Pepsi y CocaCola, McDonals y Burger King, Audi y BMW, etc… la lucha ha sido siempre titánica y sus respectivas campañas comparativas siguen estando en la mente de todos, consiguiendo un impacto mundial.
La legislación en algunos países es más estricta que en otros, como EE.UU, que es más permisiva. En España no hay ninguna prohibición a este tipo de Publicidad, el requisito indispensable es que las comparaciones sean objetivas. Es decir, que las campañas no denigren a los competidores ni distorsionen la competencia en el mercado. De hacerlo, estaríamos entrando en el marco de la competencia y publicidad desleal. Pero en nuestro país no es muy común, salvo el caso de Don Simón, que ha sido campaña más sonada.
Hace poco han aflorado grandes campañas comparativas que han vuelto a desatar la guerra entre las marcas. Os mostramos 3 ejemplos recientes: